miércoles, 25 de noviembre de 2015

Nuestra última noche de mi vida sin ti.



Como dos desconocidos nos miramos fijamente, si saber muy bien porque, las cosas habían cambiado. Te pedí dos besos y me pusiste la mejilla, osé de atrevido y no pude por más que dártelos en los labios, esos labios que tanto tiempo habían sido míos pero que ya no lo eran. 

Era nuestra última oportunidad, no la merecíamos, habíamos sido felices juntos, no era justo que lo nuestro se acabara, por eso estábamos ahí, el uno en frente del otro, con tanto que decir y tan poco que contar. Nos volvimos a mirar intentando intuir que sentíamos, que habían ocurrido en esas semanas sin sentirnos cerca porque necesitábamos tiempo, tiempo para pensar, para saber si nos echábamos de menos.

Tras un largo silencio entre cortado por suspiros, te atreviste a preguntarme como me encontraba.
Una pregunta corta, impersonal, buena para abrir conversación pero yo no necesitaba esa frase en esos momentos, anhelaba que me dijeras, te he echado de menos, no hay día que no piense en nosotros pero esas palabras nunca salieron de ti.

Bien, te contesté, éramos conscientes de que era la mentira más piadosa que te podía decir en esos momentos. 

Tengo que contarte algo, me dijiste mirándome a los ojos. Te quiero pero no sé como quererte, te amo pero no es suficiente, ayúdame a decidir.

Para evitar ese sufrimiento, te dije de jugar a un juego, si me dabas un beso en la mejilla, nuestra historia acabaría en ese instante para siempre pero si por el contrario, me besabas en los labios, todo habría sido un simple sueño y volveríamos a estar juntos.

Cerré los ojos y dejé en ti la decisión más importante de nuestras vidas.

Te acercaste, suspiraste y me besaste…

2 comentarios: