sábado, 12 de diciembre de 2015

Despedida en contra del corazón


Son las 4 de la tarde, estoy en frente del ordenador escuchando Rivers flows in you de Yiruma, y sale a volar mi imaginación pero hoy no me sale escribir algo alegre, hoy quiero sanar mis heridas expulsando estas palabras que están tan dentro de mí.

Estoy empezando a ser consciente de que en la vida aparecen personas muy importantes pero en el momento inadecuado. Y es duro enfrentarse a esa cruda realidad. 

Sabes que esa persona puede ser la llave de tu felicidad pero aún necesita tiempo para que pueda encajar en la cerradura de tu vida. Quizá en unos meses, en unos años, solo el destino lo sabe.

La vida es corta e intensa y no es justo que las personas tengan que vivir en el pasado, malviviendo en el presente para tener un digno futuro.

En la vida hay que tomar la decisión de dejar fuera de tu círculo más íntimo a personas que amas con todas tus fuerzas aunque te duela desde lo mas profundo de tu ser.

No me gustan nada las despedidas y menos esas que están arraigadas al corazón, esas que duelen, que te manchan el alma, que te hacen sentir vulnerable, que te hacen llorar, esas que no quieres pero que sabes que tienes que hacer porque si no, no podrás seguir adelante. 

Es duro despedirse de alguien al que amas pero la vida continúa y vendrán otras experiencias, otras personas y el tiempo curará las heridas. 

Volveré a reir, a emocionarme con un beso, a sonrojarme con una mirada o a ruborizarme con un cumplido.

martes, 1 de diciembre de 2015

La cita

Tenía ganas de mostrar de nuevo mi lado más romántico, no voy a ser perfecto ;) Espero que os guste. Un saludo y gracias por seguir leyéndome.


Eran las cinco de la tarde del domingo, uno de esos tantos que Carlos se había quedado en casa estudiando pero este era especial, había quedado con ella. Con la chica de sus sueños, la musa de sus pensamientos, la princesa de su cuento de hadas.

Quedaron en un parque cercano a la orilla del río, el otoño transitaba tranquilamente, las parejas paseaban sin más preocupación que seguir perdurando su amor. Y allí estaba él, nervioso, con más sueños que un loco, con más ilusiones que un niño.

Carlos era impaciente por naturaleza, lo quería todo y ya. Eso siempre le había provocado malas experiencias pero esa vez, se había jurado que iba a respirar, a pensar antes de actuar porque esa chica lo merecía, lo merecía todo. Era consciente de que el amor es un camino largo y serpenteante. Necesitaba tener paciencia porque si no la podría perder sin ni siquiera tenerla.

Ensimismado en sus pensamientos, notó que le tocaban en el hombro. Era ella. Un terremoto de emociones empezó a brotar en su ser y millones de mariposas revolotearon en su estómago.
Como dos extraños que eran y se sentían, fueron a pasear a un parque, tranquilos, sin prisa, sin agobios, lo importante era conocerse el uno al otro. 

Carlos no dejaba de mirarla, su belleza le deslumbraba y desconcertaba sus sentidos. Le encantaba todo de ella, su cara, su melena rubia, sus ojos medio verdes-azulados y esa sonrisa tan bonita que lucía. Se respiraba una armonía entre los dos fuera de lo normal, estaba empezando a fluir el aroma del amor pero ellos aún no lo sabían aunque lo podían intuir. Ese aroma se impregnaba en ellos lentamente, cautivando sus almas y dando alas a sus corazones.
 
Se sentaron en un banco, esperando los dos ese momento que deseas que llegue pero te da miedo que suceda porque temes no estar a la altura pero en la vida hay que arriesgarse para poder ganar y Carlos lo tenía que hacer porque la quería en sus brazos, le gustaría que esa cita fuera la primera de muchas otras porque sabía que esa chica le podía hacer sentir bien pero sobretodo le podría dar felicidad.

Tenía que intentar demostrarle con un simple beso que él la cuidaría, la querría en los momentos bueno pero sobretodo en los malos, la amaría, le daría besos dulces en momentos amargos y aunque la llama del amor se fuera debilitando con el tiempo y la rutina, él intentaría volver a reavivarla porque estaba seguro que ella era la chica de su vida.

Y por fin, llegó el momento más esperado, el primer beso. Él le agarró la mano y mirándole a los ojos le dijo: Eres hermosa como las hojas al caer en otoño , guapa como la brisa del mar en invierno, bella como las rosas en primavera y linda como una puesta de sol en verano. A lo que ella respondió, eres un cursi.

Durante unas milésimas de segundo, se quedaron quietos, hasta que ella, reflexionando sobre el poema, lo besó, dulce, pausada y lentamente.

Carlos aún no sabe lo que el destino le tiene guardado, lo único que sabe es que hará todo lo posible por conquistar a la mujer de su vida. Solo necesita tiempo y paciencia.